A partir de los 10 años, las niñas experimentan cambios hormonales y físicos que evidencian el inicio de la adolescencia. Una nueva fase en la que empiezan a preguntarse cuándo deben realizar su primera visita al ginecólogo.
Aunque es cierto que no existe una edad concreta a la que deban ir al ginecólogo por primera vez, la realidad es que es recomendable realizar revisiones periódicas, como mínimo una vez al año, desde que se inician las relaciones sexuales y siempre que aparezca algún problema para resolver dudas y preguntar con total libertad.
Las razones por las que las niñas realizan su primera visita al ginecólogo durante la adolescencia suelen estar relacionadas con las infecciones, los trastornos en el ciclo menstrual, las reglas dolorosas, el aumento del vello corporal, la dismenorrea o la información sobre la sexualidad y los métodos anticonceptivos.
Hay que tener en cuenta que la adolescencia es una etapa clave en la vida de toda mujer, en la que cualquier experiencia puede influir para bien o para mal en su forma de ser al llegar a la edad adulta. Por esta razón, es fundamental que los padres se interesen por todo aquello que les preocupe para poder ayudar a sus hijas.
Suelen ser las madres las que sienten mayor inquietud por los problemas ginecológicos de sus hijas adolescentes. Pero también nos encontramos con familias en las que el sexo es un tema tabú, por lo que son las propias jóvenes las que deciden acudir al ginecólogo a través de información por amigas o de Internet.
Lo cierto es que cuanta mayor información tenga, el proceso de la pubertad y de iniciación al sexo será vivido de una manera más normalizada. Y es que la calidad de los contenidos que pueden encontrarse por Internet sobre el tema o la desinformación de hermanas y amigas solamente puede terminar por confundirla aún más.
¿En qué consiste la visita al ginecólogo en la adolescencia?
Una revisión ginecológica rutinaria consiste en la exploración de los genitales externos con la joven tumbada sobre la camilla con las piernas semiflexionadas. Después se introduce un espéculo en la vagina para comprobar el estado del cérvix y del flujo y se toma una muestra para saber si existe presencia del virus del Papiloma Humano. Luego se lleva a cabo una ecografía abdominal para aquellas chicas que son vírgenes o transvaginal para aquellas que ya han mantenido relaciones sexuales. Por último, se realiza una exploración de las mamas para descartar la presencia de secreción por el pezón y de nódulos.
La revisión no tiene por qué causar dolor, pero sí que puede resultar molesta, por lo que es importante que la adolescente vaya siempre tranquila y relajada, y que el ginecólogo sepa crear un ambiente de confianza en el que pueda resolver sus inquietudes sin miedo o vergüenza. Además, siempre debe llevarse a cabo de manera confidencial y privada, sin invadir su intimidad.