Cuando decidimos ser padres, conseguirlo puede parecer algo sencillo. Por lo general, nadie tiende a pensar que tendrá problemas. Pero existen casos en los van pasando los meses y el ansiado embarazo no se produce. Hay muchas personas que por temor o vergüenza ni siquiera se atreven a contarlo o a realizarse un estudio de fertilidad para descartar que existe un problema físico. El primer paso para lograrlo es reconocer que existe un problema y que es posible que necesitemos ayuda para ser padres, especialmente si tenemos más de 35 años, hay miembros de nuestra familia que han tenido problemas de fertilidad o hemos sufrido varios abortos.
Una vez que hayas tomado la decisión de hacerte un estudio de fertilidad, es importante que encuentres una clínica que te dé todas las garantías. Piensa que es probable que tengas que recurrir a un tratamiento de fertilidad y que este proceso durará varios meses, por lo que es importante que os sintáis cómodos y que confiéis en el personal que va a atenderos.
Antes de realizar el estudio de fertilidad, os harán una serie de preguntas sobre los ciclos menstruales, si ya habéis sido padres, si la mujer va al ginecólogo de manera periódica, si habéis tenido enfermedades previas que puedan haber afectado a la fertilidad o si tenéis antecedentes familiares. Después de llevarán a cabo una serie de pruebas: ecografía vaginal, analítica hormonal, histerosalpingografía y seminograma. Además, existen otras pruebas complementarias que es posible que deban realizarse en función de los resultados de las primeras. No obstante, lo normal es que con las primeras pueda diagnosticarse cuál es la causa y determinar cuál será el tratamiento a seguir. En cualquier caso, la mayor parte de las veces este proceso no suele durar más de un mes.