¿Qué es un embarazo de alto riesgo?
Un embarazo de alto riesgo es aquel en el que tanto madre como hijo pueden sufrir complicaciones a lo largo de la gestación. Por este motivo se requieren ciertos cuidados especiales y un seguimiento ginecológico más contínuo.
Causas o motivos del embarazo de alto riesgo
Algunas enfermedades crónicas facilitan o predisponen al desarrollo de un embarazo de alto riesgo. No obstante, esto sí que será el profesional ginecológico quien le podrá asesorar y ayudar. Algunas de estas enfermedades son:
Diabetes tipo 1 o tipo 2
Hipotiroidismo e hipertiroidismo
Cáncer
ETS
VIH
Trastornos mentales y conductuales
Asma
Epilepsia
Cada una de ellas supone unas características y entorno particulares para cada mujer embarazada, sin embargo también existen unas causas o motivos generales o más generales. Éstas son las siguientes:
La edad de la mujer: las mujeres que tengan menos de 15 años y más de 40 años tienen mucho más facilidad y susceptibilidad para desarrollar un embarazo de alto riesgo.
El peso de la mujer: la obesidad se encuentra entre los factores de riesgo para desarrollar este tipo de embarazos más complicados; sin embargo, las mujeres que no tienen un IMC (Índice de Masa Corporal) adecuado y menor a la media pueden tener un embarazo de alto riesgo.
Estilo de vida de la mujer: si la mujer no realiza ejercicio físico con asiduidad, por ejemplo andar todos los días 1 hora mínimo, es mucho más posible que tenga un embarazo de riesgo que otra que sí que realiza actividad física.
Consumo de drogas y alcohol habituales: este punto afecta tanto a hombres como mujeres, pero aquellas que desean ser madres deben tener mucho más cuidado con estas dos sustancias. El consumo de drogas, sean del tipo que sean, y alcohol pone en riesgo la salud de la madre y del feto, por ello es más sencillo que aparezca un embarazo de alto riesgo.
Tengo un embarazo de alto riesgo, ¿qué hago?
Si a una mujer le diagnostican un embarazo de riesgo, en primer lugar, no debe alarmarse ni pensar negativamente, pues esto no simboliza que su embarazo vaya a acabarse. No obstante, sí que debe tener respeto tanto a su médico como a su estado y seguir al pie de la letra las recomendaciones de su ginecólogo/a.
No obstante, existen una serie de pasos que sería recomendable seguir tanto si la mujer cree padecer un embarazo de riesgo como si, de forma posterior, ya ha sido diagnosticada como tal. Estos pasos son los siguientes:
Programar una cita preconcepcional: si la mujer piensa buscar un embarazo, siempre es recomendable realizar una cita previa con su ginecólogo/a para revisar valores hormonales, sanguíneos y un largo etcétera. De esta manera no sólo la mujer, también el profesional médico dejará claras las condiciones y el estado de salud de la futura madre.
Seguir una atención prenatal regular: una vez se hayan establecido las condiciones y el riesgo de la mujer a sufrir o no un embarazo de alto riesgo, además de que ésta haya quedado embarazada, el profesional ginecológico debe hacer un seguimiento habitual mediante citas en su consulta.
Llevar una dieta saludable: una dieta basada en vegetales y frutas, donde las proteínas animales sean de calidad y en poca cantidad, y donde los ultraprocesados sean inexistentes.
Evitar el estrés y la actividad física intensa: la mujer con un embarazo de alto riesgo no siempre es necesario que esté constantemente en cama, pero sí que debe tener especial cuidado con su actividad física. Debe moverse, por supuesto, pero también debe estar calmada y sin estrés.
Aumentar o disminuir el peso: una mujer con poco peso o con mucho peso ya tiene todos los números de sufrir un embarazo de alto riesgo, pero durante su embarazo debe intentar subir o bajar, poco a poco, de peso. De esta manera su entorno orgánico y físico se convertirá en el adecuado para alojar un feto.
Evitar las drogas, el alcohol y el tabaco: por supuesto, todo tipo de drogas, incluyendo el alcohol, se deben evitar en cualquiera de sus formas. El motivo no sólo es por cuestión de salud general, también por su afección en el sistema nervioso central y, por ende, en el estrés de la mujer. Algo que, como ya se ha mencionado anteriormente, la mujer debe estar en calma.
Estudio genético: en el caso de mujeres mayores de 35 años, el médico puede solicitar un estudio genético para averiguar si el bebé tiene o puede tener alguna malformación genética. Este tipo de análisis suelen ser menos económicos, pero los resultados pueden esclarecer dudas que afecten al futuro hijo y a la madre.