La congelación de semen es una técnica indicada para aquellos hombres que quieran preservar su maternidad. De esta forma, pueden ser padres en el futuro, en el momento que consideren oportuno.
Generalmente se recurre a esta técnica cuando el hombre debe someterse a otros tratamientos que puedan dejarle estéril o hacer descender su fertilidad, como la quimioterapia o la radioterapia; si van a realizarse una operación de testículos o próstata o una vasectomía; cuando la calidad del semen es muy baja; en tratamientos de Fecundación in Vitro para asegurar que la muestra es de calidad; o cuando el trabajo del hombre es de alto riesgo y puede afectar a su fertilidad.
Gracias a las técnicas de crioconservación, actualmente es posible mantener el semen congelado durante un tiempo indefinido sin perder sus propiedades y conservando su capacidad para fecundar.
El tratamiento consta de tres fases y puede conseguirse a través de una técnica muy sencilla que no requiere de intervención quirúrgica y que no entraña ningún tipo de riesgo. En primer lugar, el hombre debe entregar la muestra de semen. Para garantizar la máxima calidad, el hombre ha debido pasar tres días de abstinencia sexual. Después se lleva a cabo el análisis de la muestra en el laboratorio y se valora si cuenta con la calidad necesaria para proceder a su congelación. Por último, una vez que se ha certificado que la muestra es válida y de calidad, el semen se somete a un enfriamiento progresivo hasta llegar a los -196°C. Se congela mediante vapores de nitrógeno líquido en un medio crioprotector que garantiza la viabilidad de los espermatozoides una vez que sean descongelados.
Después se almacenan perfectamente identificadas hasta el momento que la persona lo requiera para proceder a un tratamiento de reproducción asistida con el objetivo de lograr un embarazo.